El nigeriano que falsificaba identidades para traficar droga
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En un operativo que expone una compleja trama delictiva con conexiones internacionales, la Policía de la Ciudad detuvo a un ciudadano nigeriano de 43 años acusado de enviar cocaína oculta en encomiendas a Oceanía y falsificar documentos públicos.
El hombre, que operaba desde el partido bonaerense de Lanús, fue capturado tras meses de investigación y seguimiento, en un caso que revela la sofisticación creciente de las redes narco en el país.
El sospechoso es un artesano que se dedica a falsificar y preparar paquetes para el envío de drogas, pero no se encontró ninguna sustancia en su domicilio.
Además, tenía notas de envío en blanco, lo que sugiere que está involucrado en un proceso organizado de envío de estupefacientes”, señalaron desde la División Delitos contra la Salud y la Seguridad Personal de la Policía de la Ciudad.
La investigación que permitió desbaratar parte de esta red criminal comenzó en junio de 2023, a partir de un hecho que encendió las alarmas en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
Allí, durante un control de rutina sobre una encomienda destinada a Auckland, en Nueva Zelanda, un escaneo con rayos X detectó una sustancia sospechosa. El hallazgo fue sorprendente: cocaína escondida en un doble fondo artesanal dentro de cajas de jugos y edulcorantes.
Este descubrimiento derivó en una exhaustiva pesquisa encabezada por la División Delitos contra la Salud y la Seguridad Personal de la Policía de la Ciudad.
A partir del rastro dejado en el paquete, entre ellas las huellas dactilares, y un detallado análisis de redes sociales, se logró ubicar al principal sospechoso.
El trabajo de campo y la vigilancia encubierta permitieron ubicar al individuo en un domicilio ubicado en la calle Damonte al 800, en la localidad de Lanús.
Cuando los efectivos ingresaron al domicilio con una orden de allanamiento, se encontraron con una escena que dejaba poco lugar a dudas.
En el lugar, no solo se hallaron elementos relacionados con la falsificación de documentos –como seis DNI apócrifos, fotos carnet, una guillotina, una selladora, una plastificadora y adhesivos–, sino también pruebas que lo vinculan directamente con el tráfico internacional de drogas.
Entre los elementos secuestrados figuraban cajas desarmadas similares a las utilizadas en la encomienda interceptada, así como un manual de Drogas Peligrosas y Toxicomanías de la Administración de Aduanas.
Además, se incautaron 45.000 pesos argentinos y 300 dólares, montos modestos que, sin embargo, podrían indicar el flujo constante de pequeñas transacciones vinculadas al negocio ilícito.
El hecho de que el hombre contara con notas de envío en blanco refuerza la hipótesis de que se trataba de una operación en curso, con la capacidad de replicar envíos con distintas identidades ficticias y destinos internacionales.
La modalidad empleada por el detenido es un reflejo de cómo las organizaciones narco adaptan sus métodos para evadir los controles.
En este caso, el uso de encomiendas como medio de tráfico y la utilización de documentos falsificados configuran un modus operandi que combina métodos artesanales con una planificación meticulosa.
Las autoridades no descartan que el nigeriano formara parte de una red más amplia, incluso con posibles vínculos transnacionales, dado el destino final de la droga y la sofisticación del sistema de envíos.
La causa judicial está a cargo de la Fiscalía de Primera Instancia en lo Penal Económico N°5, a cargo de la Dra. Ruiz Morales, con dirección del Dr. Diluch y bajo el control del Juzgado Penal Económico N°3, presidido por el Dr. Caputo.
Desde la Secretaría N°5, a cargo de la Dra. Penas Rubio, se labraron actuaciones por infracción a la Ley 22.415 del Código Aduanero, que castiga los delitos vinculados al contrabando y tráfico ilegal de sustancias.
En la actualidad, el tráfico de drogas por encomienda es una preocupación creciente para las autoridades argentinas.
Según estadísticas de la Dirección General de Aduanas, los intentos de contrabando mediante este método han aumentado un 17% en los últimos dos años, siendo Oceanía uno de los destinos predilectos debido al alto valor de la droga en ese mercado.
En Australia, por ejemplo, el precio del gramo de cocaína puede llegar a triplicar el valor en comparación con Sudamérica, lo que convierte a este tipo de operaciones en negocios millonarios.
Lo preocupante es que la ruta narco hacia Oceanía, si bien menos visible que otras conexiones como la de Europa o Estados Unidos, viene creciendo en volumen y sofisticación.
Las bandas criminales, conscientes de los huecos en los controles logísticos, se aprovechan del sistema postal para ocultar pequeñas cantidades en paquetes aparentemente inofensivos.
Lo que no cambia es el costo humano y social que deja el narcotráfico a su paso, ni la necesidad de un Estado que invierta en inteligencia, cooperación internacional y control territorial.
Como periodista, me sigue sorprendiendo la creatividad criminal para burlar controles y sacar ventaja del sistema. Pero más aún me impacta el trabajo meticuloso que, lejos de la espectacularidad de los grandes decomisos, logra desarmar estas redes silenciosas.
En un mundo donde la droga viaja más lejos que nunca, cada paquete interceptado cuenta una historia, y cada arresto como este, marca una pequeña victoria en una lucha que sigue siendo despareja, pero necesaria.