Caminito hoy cumplió 60 años

Esta callecita, que hoy es uno de los lugares más fotografiados del mundo, se extiende 150 metros de este a oeste. Su forma es sinuosa porque por allí fluía un arroyo que desaguaba en el Riachuelo. Había un puentecito para cruzarlo y, por eso, a esta zona de La Boca se la conocía como “Puntín”, que en dialecto genovés o xeneize significa “puente pequeño”.

Después, por ese lugar pasaron las vías de un ramal del Ferrocarril de Buenos Aires que llegaba al Puerto de la Ensenada. Cuando el tren dejó de pasar, en 1928, esa parte de la traza se convirtió en sendero al que llamaban “la curva” y muy pronto, en basural. Hasta que en 1954 los hermanos Arturo y Aníbal Cárrega, dueños de un almacén naval frente al sendero, limpiaron el camino junto a sus empleados y lo convirtieron en peatonal. También convocaron a Quinquela Martín, que fue quien ideó convertirlo en un museo de arte a cielo abierto.

Caminito recibió su nombre en homenaje al tango con música de Juan de Dios Filiberto y letra de Gabino Coria Peñaloza. Pero el caminito del tango no tiene nada que ver con el de La Boca, sino con uno de Olta, en La Rioja, y con una historia de amor frustrado. “Desde que se fue/nunca más volvió/ caminito amigo/ yo también me voy”, escribió Coria Peñaloza.

Caminito, ya convertido en museo.

Sin embargo, no hay nostalgia en el paseo creado por Quinquela, sino esculturas, conventillos históricos y mucho color. Porque para el artista, el color era un arma para vencer a la monotonía urbana, en tiempos en que su uso no era bien visto en ciertos círculos.

Y en este 60 aniversario Caminito vuelve a lucir con sus colores originales, aquellos que se habían perdido hace tiempo debajo de sucesivas intervenciones. En 2017, el Ministerio de Espacio Público porteño realizó una obra de puesta en valor de todo el paseo y de la Vuelta de Rocha. Encontraron documentos históricos sobre las tonalidades originales de las construcciones internas del pasaje, pero no de las de su famosa esquina. En ese momento, optaron por dejarla con el aspecto de la construcción de 1891.

Fue entonces que tomaron la posta la Fundación Proa y el Museo Benito Quinquela Martín, que se propusieron restaurar y devolverle los colores históricos a los muros de Del Valle Iberlucea y Pedro de Mendoza, la esquina más típica de Caminito.

Víctor Fernández, el director del museo, vio todas las películas en color en las que aparecía la postal boquense, pero todas mostraban imágenes del paseo ya modificado.

Hasta que Fernández recordó que la revista National Geographic había hecho un reportaje sobre Buenos Aires a fines de los años 50. Se suscribió para tener acceso a los archivos y así llegó a la edición de marzo de 1958, con una nota dedicada a la capital argentina. Tenía tres fotos en color: una de la Casa Rosada, otra de los muros que bordean Caminito y, la tercera, era la codiciada imagen de la esquina de Iberlucea y Pedro de Mendoza. Ahí se veían los tonos elegidos por Quinquela para la inauguración de Caminito. Los mismos con los que celebra sus seis décadas.

La celebración arrancó a las 14. Actuaron las murgas de SOS Infantil y Casa San; hubo tango y folclore con Contramarea, y teatro con los grupos 3.60 y Crece.

Después fue el turno de la milonga por la integración El Abrazo Verdadero, que reúne a bailarines de tango profesionales con aficionados y personas con discapacidad. También música en vivo con la Orquesta Típica Esquina Sur y el Ensamble de Vientos del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. La propuesta se completó con actividades conmemorativas, invitados especiales y experiencias gastronómicas.