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La cárcel de Devoto: su cierre y traslado de los internos

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En sus primeros tiempos, la cárcel de Devoto sobresalía como una alta mole de cemento en medio del paisaje horizontal de áreas baldías, sobre todo al otro lado de la calle Bermúdez. Recién en la década del 30 los adoquines y el alumbrado público comenzaron a ser la regla en esa zona. Y hubo que esperar unos cuantos años más para que esas manzanas terminaran de poblarse.

Con el correr de las décadas, esa cárcel que nació como penal de contraventores en una zona despejada se convirtió en un complejo de máxima seguridadsuperpoblado en un barrio en plena expansión, que hoy tiene clubes, colegios, cine, shopping y hasta un coqueto circuito gastronómico.

En ese contexto residencial, cada dos o tres semanas se escuchan las llamadas “batucadas”: los presos golpean los barrotes a la medianoche y el ruido se escucha a varias cuadras a la redonda. También, muchas veces, prenden fuego colchones. Es su forma de protestar contra las condiciones deplorables en las que son alojados más de 1.900 hombres.

“La cárcel genera una confrontación directa entre vecinos e internos. Hay gritos a toda hora. A veces hacen ruido hasta las 4 o 5 de la madrugada y vas a laburar sin dormir. Hasta se oyen tiros“, relata Gonzalo Álvarez, que vive a dos cuadras del penal e integra laagrupación Devoto sin Cárcel.

Los Gobiernos nacional y porteño firmaron un convenio en marzo del año pasado para sacar el penal y mudar a sus internos a un centro que, prometen, cumpla con los estándares penitenciarios actuales. “Las condiciones habitacionales y las posibilidades de capacitación en la cárcel de Devoto no son las mejores -reconoce Facundo Bargalló, jefe de Gabinete de la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios de la Nación-. Es muy bueno contar con la posibilidad de llevar a las personas alojadas a un lugar digno”.

Ahora resta que la Legislatura apruebe el proyecto oficial para ver qué se hace con el predio de Devoto, de 4,6 hectáreas. Ese plan prevé que un 35% de la superficie se destine a la construcción de edificios de viviendas, oficinas y comercios, de planta baja y cuatro pisos. El otro 65%, prometen, será para espacios públicos. Además, proponen que se abran calles.

Ese texto aún no entró a la Legislatura, pero en el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte confían en que ingresará este año. Será de doble lectura, y entre una y otra habrá una audiencia pública, aunque no vinculante.

Para ganar tiempo, el Gobierno porteño ya se reunió con gente del barrio que quisiera sumar ideas “para potenciar el espacio”, según rezaba en la convocatoria. A principios de julio, 75 vecinos expresaron en un encuentro con personal del Ministerio sus inquietudes principales: que se respete el plazo pautado de traslado de los internos de la cárcel y que se creen espacios verdes.

“Queremos que, del 65% destinado a espacio público, la mayor parte sea verde: en la comuna tenemos déficit de esos lugares y se sacan muchos más árboles de los que se reponen. Buscamos que eso se salde de alguna manera”, resalta Álvarez.

Otro tema sensible es el de las alturas de edificación. Por ahora buena parte de Devoto viene escapando de la invasión de torres que aqueja a la Ciudad. Desde el Ministerio aclaran que la idea es que lo que se construya no sea más alto que los actuales pabellones. Pero igualmente los vecinos insisten en que esa cuestión también se respete.

Mientras tanto, el nuevo destino principal de los internos del penal va ganando altura y forma: en diciembre del año pasado empezó el desmonte y la nivelación de tierras, para arrancar en mayo de este año con la construcción de un nuevo complejo en Marcos Paz, pegado al número 2.

Cuatro módulos -llamados institutos- son los que están construyéndose en Marcos Paz. Cada uno albergará entre 550 y 570 internos. Hoy, esa obra ya está avanzada en un 20% y estará lista en noviembre de 2020, anuncia el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. El traslado a ese complejo está previsto para fines de 2021, aunque algunos presos terminarán en el penal de Ezeiza. Cuando la mudanza se concrete, ya no habrá más cárceles en la Ciudad.

El penal de Devoto. Desde hace años los vecinos reclaman su mudanza y el deseo se concretaría en poco tiempo más. Foto: Mario Quinteros

 

 

Fuente. Clarín

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