Una galería porteña cumple 100 años de vida
4 minutos de lecturaFue uno de los primeros rascacielos porteños y también el territorio del deseo que describió Julio Cortázar en su cuento El otro cielo.
Fue inaugurada en 1915 y también tiene un acceso por San Martín; Cortázar la describió en su cuento el otro cielo, se destacan su cúpula y el mirador del piso 14.
Además, fue el hogar del aviador y escritor Antoine de Saint Exupéry, que vivía en un departamento del 6° piso.
Más cerca en el tiempo, sus dueños la restauraron y así, el 15 de diciembre, la Galería Güemes llega a su siglo de existencia con el esplendor con que deslumbró en 1915.
Para celebrarlo, ese día a las 17 se presentará un documental sobre la historia de esta obra cumbre del art nouveau y se descubrirá una placa colocada por el Gobierno porteño.
El edificio, que tiene entradas por Florida 165 y San Martín 170, fue encargado por los salteños Emilio San Miguel y David Ovejero al arquitecto italiano Francisco Gianotti, el mismo que después diseñaría la Confitería del Molino.
Ellos eran los dueños de una casona de 1830 ubicada sobre la actual Florida.
Y el propio Gianotti gestionó un convenio con el Banco Supervielle, dueño del terreno que daba sobre San Martín, para que se sumara al proyecto.
De esta forma, tomó la forma el proyecto de construir un edificio-pasaje para conectar ambas calles a través de una galería de 116 metros.
La idea era hacer un espacio a la manera de las grandes galerías europeas
La construcción empezó en 1913 pero sufrió varios contratiempos, su costo subió de 10 a 15 millones de pesos y sus impulsores quedaron en bancarrota.
Además, un submarino alemán hundió al barco que traía parte de los materiales, incluyendo los mármoles italianos para la fachada de Florida.
Finalmente, el edificio fue inaugurado el 15 de diciembre de 1915, con una ceremonia a la que asistieron el presidente Victorino de la Plaza y algunos descendientes del caudillo salteño Martín Miguel de Güemes.
Los invitados quedaron maravillados con las vistas desde su mirador. Es que, con sus 14 pisos y 87 metros de altura, durante dos años la Galería Güemes fue el edificio más alto de Buenos Aires.
Hasta que, en 1917, terminaron el Palacio Barolo en Avenida de Mayo, que tiene 89 metros.
En la nave central de la galería pusieron locales comerciales y gastronómicos.
Entre el 1° y el 5° piso abrieron oficinas y, a partir del 6°, había departamentos amueblados para rentar en forma temporaria.
En el piso 14 estaba la confitería y más arriba el mirador, que actualmente está abierto al público y sigue ofreciendo espectaculares vistas en 360 grados de la Ciudad.
Para comunicar los distintos niveles, instalaron 14 ascensores aptos para recorrer 140 metros en un minuto.
Otro adelanto fue un sistema contra incendios que se activaba a través de alarmas eléctricas y bombeaba hasta 24 mil litros de agua por hora. Todos los sectores contaban con refrigeración y calefacción.
Y había un indiscreto tablero luminoso que señalaba en qué oficinas había gente y cuáles estaban vacías.
En el subsuelo había una sala teatral, donde el 27 de febrero de 1917 cantó Carlos Gardel.
Con los años, se convirtió en un teatro de variedades, famoso por sus vedettes de poca ropa y donde alguna vez Pepe Biondi actuó como payaso.
Este espacio terminó siendo un cine de películas condicionadas, hacia el año veintiocho, el Pasaje Güemes era la caverna del tesoro en que deliciosamente se mezclaban la entrevisión del pecado y las pastillas de menta, donde se voceaban las ediciones vespertinas con crímenes a toda página y ardían las luces de la sala del subsuelo donde pasaban inalcanzables películas realistas, describió Cortázar en su cuento El otro cielo.
Originalmente, el techo de la galería tenía vitraux y dos cúpulas de hierro y vidrio, que permitían el ingreso de luz natural.
Pero a fines de los años 20, para ahorrar costos de mantenimiento, los taparon y armaron un falso cielorraso.
Hace diez años, la sociedad anónima Galería General Güemes inició un proceso de restauración del edificio, que incluyó la recuperación de las cúpulas vidriadas.
Las cúpulas estaban cementadas por fuera y por dentro y mediante un trabajo de decapación volvieron a aparecer el vidrio, el hierro, el bronce, los mármoles, la madera y la luz natural.
Debajo de todas las intervenciones, estaba la belleza de la galería tal como la inauguraron hace un siglo, cuenta Humberto Magistrelli, gerente de la galería.
Y anticipa que ahora están trabajando en la recuperación del departamento donde se alojó Saint Exupéry.
Actualmente, la Galería Güemes tiene 45 locales, en algunos hay clásicos, como tabaquerías, una ferretería o la Casa Policella, que desde 1932 vende sellos y tarjetas personales.
Pero también llegaron otros más nuevos y así, el bar notable Boston convive con un Starbucks.
Mientras, en algunas de las más de 200 oficinas de los pisos superiores hay varias firmas relacionadas con la estética femenina, que conforman un nuevo perfil para la galería.
En el 6° piso reabrió el restaurante, y si Cortázar viviera se llevaría una sorpresa, desde hace tiempo, en el teatro del subsuelo funciona Piazzolla Tango.