El caso “Sofi”: la cara oscura de las aplicaciones de citas en Buenos Aires
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Una joven de 26 años fue detenida por la Policía de la Ciudad acusada de drogar y robar a hombres que conocía a través de aplicaciones de citas. La mujer, conocida como “Sofi”, habría actuado en al menos siete ocasiones utilizando el mismo método: narcotizar a sus víctimas con barbitúricos y luego desvalijarlas.
Su caso reaviva el debate sobre la seguridad en los encuentros virtuales y la necesidad de extremar precauciones ante un fenómeno en aumento.
Nos encontramos con un patrón muy claro: las víctimas eran contactadas en redes o apps de citas, y luego, mediante el uso de sustancias sedantes, eran despojadas de sus pertenencias, explicó una fuente de la División Investigaciones Comunales 7 (DIC7), que participó del operativo.
La investigación demandó meses de seguimiento en redes sociales, rastreos digitales y tareas de campo para ubicar el paradero de la sospechosa en el barrio de Soldati.
La detención de “Sofi” se concretó a comienzos de septiembre tras un operativo de la DIC7 de la Policía de la Ciudad. Los investigadores lograron vincularla a un robo ocurrido en el barrio de Flores, donde una de sus víctimas denunció haber sido drogada y posteriormente robada.
Según el testimonio del damnificado, conoció a la joven mediante una aplicación de citas, acordaron un encuentro en su domicilio y, luego de compartir una bebida, perdió el conocimiento.
Al despertar, el hombre se encontró con su vivienda revuelta y con la desaparición de dinero, dispositivos electrónicos y otros objetos de valor.
A partir de esa denuncia, los efectivos comenzaron un exhaustivo análisis de las redes sociales utilizadas por la sospechosa.
Con la colaboración de la División Ciberdelito, lograron rastrear la dirección IP desde donde operaba y así determinar su ubicación exacta: un complejo habitacional en Villa Soldati, sobre la calle Corrales al 3400.
Durante el allanamiento, ordenado por el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N.º 39 a cargo del juez Santiago Bignone, los agentes secuestraron dos blísteres de clonazepam y dos teléfonos celulares que serán peritados para establecer nuevas conexiones con las denuncias previas.
Tras su primera detención, la joven fue imputada y, días más tarde, recuperó la libertad bajo investigación. Sin embargo, el trabajo de los detectives continuó y arrojó un resultado inquietante: “Sofi” estaría involucrada en al menos otros seis hechos con un modus operandi idéntico, cometidos entre 2024 y 2025.
En todos los casos, la mujer se contactaba con hombres a través de distintas plataformas de citas, los visitaba en sus domicilios y, mediante bebidas adulteradas con barbitúricos, los dormía para luego huir con el botín.
El patrón delictivo llevó a los investigadores a catalogarla como una “falsa cita serial”, un tipo de criminal cada vez más frecuente en los entornos digitales.
Según datos de la Fiscalía General de la Ciudad, las denuncias por robos bajo esta modalidad crecieron un 35% en el último año, en su mayoría cometidos a través de encuentros concertados por redes sociales o aplicaciones de citas.
“Este tipo de delitos combina lo virtual con lo presencial, y aprovecha la confianza que genera el entorno de las redes. La víctima se relaja, se siente en control, pero en realidad está siendo observada por alguien que estudia cada movimiento”, explicó un especialista en delitos informáticos consultado por este medio.
A raíz de los nuevos hallazgos, el juez Bignone dispuso un segundo allanamiento en la misma vivienda de Soldati, donde “Sofi” fue nuevamente detenida.
Esta vez, la imputación incluyó múltiples causas unificadas por robo agravado y administración de sustancias con fines delictivos.
Durante el procedimiento, los efectivos también incautaron objetos que podrían pertenecer a las víctimas, entre ellos relojes, billeteras y joyas.
Los investigadores no descartan que existan más casos aún no denunciados, ya que muchas de las víctimas podrían desconocer la identidad real de la mujer o sentirse avergonzadas por la situación.
La causa también expuso un punto sensible en la seguridad digital y emocional: la vulnerabilidad de quienes buscan conocer personas a través de internet.
En los últimos años, el uso de aplicaciones de citas se multiplicó exponencialmente, pero también lo hicieron las denuncias por robos, extorsiones y estafas asociadas a encuentros amorosos.
Desde el Ministerio de Justicia y Seguridad porteño recordaron que existen protocolos y canales para denunciar este tipo de hechos, e insistieron en la importancia de no compartir datos personales ni aceptar bebidas o comidas en encuentros con personas recién conocidas.
“En los casos de robos bajo narcotización, la víctima muchas veces no recuerda nada de lo ocurrido. Por eso es clave realizar los exámenes toxicológicos de inmediato y conservar todas las evidencias posibles”, explicaron desde el área de Investigaciones Criminales.
La historia de “Sofi” también abrió un debate sobre la responsabilidad de las plataformas digitales. Si bien las aplicaciones suelen incluir advertencias de seguridad, los controles sobre los perfiles falsos o peligrosos siguen siendo limitados.
Expertos en ciberseguridad reclaman mayor cooperación entre las empresas y las fuerzas de seguridad, especialmente en el intercambio de datos ante investigaciones judiciales.
A nivel social, el caso refleja una problemática que va más allá del delito puntual. La combinación entre soledad, confianza digital y búsqueda de afecto genera un terreno fértil para el engaño. Muchos usuarios se muestran dispuestos a abrir su intimidad sin verificar quién está del otro lado de la pantalla.
Los investigadores no descartan que “Sofi” haya actuado con cómplices o que forme parte de una red más amplia dedicada a este tipo de robos. Las pericias a sus teléfonos podrían revelar contactos, transferencias o ubicaciones que ayuden a reconstruir el recorrido de los bienes sustraídos.
El caso de “Sofi” no solo muestra una historia policial sino también una alerta social: la necesidad de recuperar la prudencia en los espacios donde la apariencia y la emoción pueden jugar en contra.
Hoy, las redes conectan, pero también exponen; y la línea entre una cita y una trampa puede ser tan delgada como un clic.