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Allanamientos en Floresta tras acto xenófobo de barras de All Boys

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Un operativo policial derivado de una manifestación xenófoba realizada por barras de All Boys culminó con allanamientos en los que se secuestraron banderas, indumentaria y elementos utilizados en un acto de odio frente al estadio del club. Ya son 17 los hinchas sancionados con la prohibición de ingreso a los estadios por cuatro años.

El fútbol no puede ser la excusa para el odio. Estas expresiones discriminatorias merecen una respuesta firme y ejemplificadora, señalaron desde el Ministerio de Seguridad porteño tras la investigación que desarticuló el accionar del grupo.

El 29 de junio pasado, en la antesala de un partido entre All Boys y Atlanta por la Primera Nacional, un grupo de barras bravas del club de Floresta llevó a cabo un repudiable acto de carácter xenófobo a metros del estadio Islas Malvinas.

El hecho tuvo una clara connotación antisemita: un pasacalle que rezaba “Muerte al Estado Genocida de Israel”, un cartón en forma de ataúd con los colores de la bandera israelí y del club Atlanta —históricamente vinculado a la comunidad judía en Argentina— y una bandera de Palestina sostenida por un grupo de hinchas con las caras cubiertas.

El episodio fue filmado y difundido en redes sociales, lo que motivó la intervención inmediata del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad.

A raíz de ello, la Fiscalía Especializada en la Lucha contra la Discriminación, a cargo de Andrea Scanga, solicitó una serie de medidas judiciales que incluyeron allanamientos en domicilios vinculados a los sospechosos.

La orden fue emitida por el Juzgado Penal, Contravencional y de Faltas N° 20, con la secretaria María Cecilia Martínez, y ejecutada por la Dirección de Eventos Masivos de la Policía de la Ciudad.

Uno de los procedimientos se realizó en un departamento sobre la avenida Álvarez Jonte al 4200, a solo media cuadra del estadio.

Allí, los efectivos secuestraron una máscara plástica similar a la usada en el video del acto, dos celulares, y una remera blanca y negra con el escudo de All Boys.

Otros operativos se concretaron en la calle Santo Tomé al 5000, a unos 15 minutos del estadio. En uno de los domicilios —un departamento en primer piso con acceso a un garaje— se incautaron objetos claves: una bandera de Palestina montada sobre un palo de PVC, tal como se exhibió en la protesta, una bandera en los colores del club, tres remeras con la leyenda “La Peste Blanca” (nombre con el que se autodenomina la barrabrava), además de cuatro celulares y una tablet.

En este último domicilio, los agentes demoraron a un hombre identificado como integrante activo de la facción violenta. Aunque no fue detenido formalmente, fue notificado para presentarse a declarar ante la fiscalía y quedó imputado en la causa.

La investigación fue minuciosa y permitió no sólo identificar a los autores del acto, sino también recopilar pruebas materiales que los vinculan directamente con el episodio.

Desde el Ministerio de Seguridad porteño remarcaron que “estos comportamientos no pueden naturalizarse ni minimizarse, y el Estado debe actuar con firmeza”.

La Subsecretaría de Seguridad en Eventos Masivos y Deportivos resolvió que el hincha demorado quede inhabilitado para ingresar a cualquier estadio de la Ciudad durante los próximos cuatro años. Se suma así a otros 16 barras ya sancionados por los mismos hechos. En total, son 17 los implicados a los que se les aplicó la prohibición.

El caso pone en relieve la necesidad de reforzar los controles y medidas preventivas para evitar que el fútbol se transforme en un escenario de odio.

Las manifestaciones antisemitas ocurridas el 29 de junio no fueron espontáneas ni aisladas. Fueron planificadas y ejecutadas con símbolos claramente provocadores, apuntando a una comunidad específica con la que el club rival, Atlanta, mantiene una histórica relación.

Argentina, que alberga la comunidad judía más grande de América Latina, cuenta con leyes y organismos dedicados a combatir la discriminación. La Fiscalía que intervino en este caso fue creada precisamente para abordar situaciones de odio y racismo, como las vividas ese sábado.

Distintas organizaciones, como el INADI y la DAIA, se manifestaron públicamente en contra de lo sucedido. “Esto no es folclore, es incitación al odio.

Esperamos que las sanciones sean contundentes y que la Justicia actúe con todo el peso de la ley”, señalaron desde la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas.

En paralelo a las causas penales, se analiza si puede avanzarse en el plano contravencional con multas o sanciones administrativas para los involucrados.

Desde el Gobierno de la Ciudad anticiparon que continuarán reforzando la presencia de personal en los eventos deportivos y que trabajan en conjunto con los clubes para implementar programas de prevención y educación.

Más allá del repudio generalizado, el episodio puso sobre la mesa un debate que resurge cada tanto:

¿cómo frenar a las barras y erradicar los discursos de odio del deporte?

Algunos especialistas consideran que las medidas punitivas deben complementarse con campañas sostenidas de concientización. Otros reclaman una reforma estructural en la relación entre los clubes y sus hinchadas.

Lo cierto es que este hecho no puede considerarse un caso aislado. La utilización del fútbol como vehículo para discursos violentos es una problemática extendida y compleja.

Y, en contextos de creciente polarización social, se vuelve aún más urgente construir espacios deportivos seguros e inclusivos para todos.

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