Más de 175 personas quisieron entrar sin entrada en La Boca
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La noche en La Bombonera dejó mucho más que el empate entre Boca Juniors y Argentinos Juniors: un amplio operativo del Ministerio de Seguridad terminó con detenciones, demoras masivas y cientos de actas contravencionales que volvieron a exponer la presión creciente sobre el control en los espectáculos deportivos.
La escala del procedimiento, con cifras que no se veían hacía meses, reabrió el debate sobre la prevención, los accesos y el negocio ilegal que rodea cada partido de alto riesgo en la Ciudad.
Cuando trabajamos para que el fútbol vuelva a ser un espacio seguro, estos números muestran que todavía falta mucho, señalaron fuentes del Ministerio de Seguridad, en una admisión que sintetiza la tensión permanente entre el operativo policial y las prácticas que buscan esquivarlo.
Como pude reconstruir a partir de los datos oficiales, el operativo desplegado ayer combinó controles en anillos escalonados, presencia de Agentes de Tránsito y brigadas de Prevención, además de puestos móviles de la Dirección General de Fiscalización.
El objetivo, según explicaron desde la cartera de Seguridad, fue impedir el ingreso de personas con pedido de captura, interceptar actividades clandestinas como el cobro por estacionar en la vía pública y frenar la reventa y la venta irregular de bebidas alcohólicas en los alrededores del estadio.
La Policía de la Ciudad informó que realizó 303 actas contravencionales, un número inusualmente alto incluso para un partido de esta magnitud.
De ese total, 175 actas correspondieron a hinchas que intentaron acceder sin entrada, una práctica que, lejos de disminuir, parece haberse intensificado.
Cada jornada de alto perfil en el fútbol porteño obliga a reforzar los controles, ya que la demanda supera la oferta y aparecen mecanismos alternativos —y muchas veces ilícitos— para intentar entrar al estadio.
Otro dato fuerte del operativo fue la aplicación del derecho de admisión a 43 simpatizantes identificados en el padrón del programa Tribuna Segura.
Esa herramienta, creada para impedir el ingreso de personas vinculadas con antecedentes violentos o causas abiertas, se transformó en uno de los pilares para descomprimir situaciones de riesgo dentro de las canchas.
Sin embargo, su efectividad depende de la actualización constante de la base de datos y del trabajo coordinado con la Justicia.
El operativo también apuntó al fenómeno persistente de los trapitos, un negocio que se multiplica alrededor de los grandes estadios porteños.
En el tercer anillo de seguridad, la Policía demoró a 64 personas que cobraban por cuidar autos estacionados en el espacio público.
Esta práctica, considerada contravención en la Ciudad, continúa siendo un foco de conflicto, no solo por el carácter ilegal del cobro, sino también por el nivel de presión y extorsión que suelen denunciar los vecinos y los propios hinchas.
Entre los incidentes individuales más relevantes se destacó la detención de un hombre de 31 años con orden de captura por robo por escalamiento.
En este caso intervino el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N.º 1, dirigido por la jueza Cintia Báez, que dispuso la continuidad del proceso.
Estos episodios ponen de manifiesto la importancia de los controles biométricos y la cooperación con los organismos judiciales para detectar personas prófugas que intentan mezclarse entre los hinchas.
Durante los cacheos de rutina, además, una persona fue procesada por tenencia de estupefacientes al encontrarse un frasco con marihuana entre sus pertenencias.
La intervención quedó a cargo de la Unidad de Flagrancia Sur, conducida por el doctor Jonathan Patti, quien notificó al imputado y dejó la causa en trámite.
Pero los conflictos no se limitaron a los accesos. También se labraron actas por incitar al desorden, uso indebido del espacio público y pirotecnia, un elemento que sigue prohibido en los estadios porteños por su riesgo para la seguridad.
La presencia de pirotecnia suele derivar en nuevos operativos internos y en sanciones para los clubes, que deben demostrar acciones de prevención.
La Dirección General de Fiscalización y Control completó el dispositivo con un operativo propio, en el que levantó 18 actas de secuestro por venta callejera ilegal y suministro de bebidas alcohólicas en la zona cercana al estadio.
Se incautaron 104 elementos, entre cajas, heladeras portátiles, botellas y estructuras improvisadas. Esta práctica comercial, que se desborda en cada jornada futbolística, es más compleja de erradicar porque combina la presencia de vendedores informales con circuitos organizados que se reactivan partido tras partido.
En suma, el despliegue de ayer en La Bombonera dejó un balance que confirma una tendencia: cada vez que juega un equipo grande, especialmente en horarios nocturnos y con público visitante restringido, los puntos de conflicto se multiplican.
Las cifras oficiales permiten entender la magnitud del desafío, y al mismo tiempo revelan cómo los anillos de seguridad funcionan como filtros que detectan desde delitos graves hasta prácticas cotidianas pero ilegales.
El operativo volvió a mostrar que la seguridad en torno al fútbol argentino exige un esfuerzo sostenido, coordinado y adaptado a fenómenos que cambian partido a partido.
Lejos de ser un simple anexo del espectáculo, estos procedimientos se consolidan como parte central de cada fecha, recordando que el deporte convive, todavía, con una compleja trama de riesgos, controles y tensiones.


