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La Policía de la Ciudad desbarató a dos delincuentes con un auto robado

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La noche se transformó en un verdadero escenario de película policial en la Ciudad de Buenos Aires. Dos hombres fuertemente armados fueron detenidos luego de una persecución que arrancó en Nueva Pompeya y culminó en Valentín Alsina, partido de Lanús.

Los delincuentes se movilizaban en un Volkswagen Golf con pedido de secuestro y placas adulteradas, pero la tecnología del Anillo Digital logró detectarlos y dar inicio a una operación cerrojo que terminó con éxito.

“Estaban listos para disparar y no dudaron en intentar escapar. Si no se actuaba con rapidez, esto podía haber terminado en tragedia”, confió a este medio una fuente cercana a la investigación que participó del operativo.

El episodio se inició en la intersección de avenida Sáenz y Amancio Alcorta, donde las cámaras del Anillo Digital detectaron un vehículo con dominio adulterado. Automáticamente se desplegó un seguimiento coordinado entre móviles de la Policía de la Ciudad, que continuó por la ribera del Riachuelo.

La fuga cruzó el histórico Puente Alsina, con el auto perseguido a toda velocidad, hasta que finalmente fue interceptado en Valentín Alsina, en las calles Pellegrini y Millán, donde el vehículo terminó colisionado.

Los ocupantes, lejos de rendirse, descendieron del rodado e intentaron escapar a pie. Apenas lograron avanzar 100 metros antes de ser reducidos.

Durante la huida, uno de los sospechosos arrojó una pistola Bersa calibre 9 milímetros, mientras que su cómplice llevaba en una riñonera una pistola Glock del mismo calibre.

Ambas armas estaban cargadas con sus respectivos cargadores completos y una bala en recámara, es decir, listas para ser disparadas en cualquier momento.

El hallazgo dentro del automóvil terminó de completar el cuadro: además de las armas, se encontraron dos juegos de patentes, seis tarjetas de crédito de distintas entidades bancarias, documentación a nombre de un tercero, dos llaves de vehículos Volkswagen, tres teléfonos celulares de alta gama, una billetera con más de 10 mil pesos y dos mochilas con pertenencias personales. Todo esto confirma que no se trataba de improvisados, sino de delincuentes con una logística aceitada.

Los detenidos fueron identificados como dos hombres de 18 y 34 años. Según las fuentes judiciales, ambos enfrentan cargos por encubrimiento agravado, aunque no se descarta que puedan sumarse nuevas imputaciones conforme avancen las pericias sobre el material secuestrado. La causa quedó en manos de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N° 32, a cargo del doctor Leonel Barbella.

Vale destacar la importancia del Anillo Digital, un sistema que integra más de 700 cámaras distribuidas en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires y que permite leer las patentes de los vehículos que ingresan y egresan de la Capital.

Gracias a este sistema, que controla a diario más de 6 millones de matrículas, se han detectado cientos de autos robados o con irregularidades, lo que convierte a la herramienta en una pieza clave para prevenir delitos complejos y desarticular bandas.

En este caso, la combinación entre tecnología y la rápida acción de los efectivos evitó que dos delincuentes fuertemente armados continuaran operando en la zona sur del área metropolitana.

Según confirmaron fuentes del Ministerio de Seguridad porteño, este tipo de persecuciones se ha vuelto frecuente: en lo que va del año ya se interceptaron más de 800 vehículos con pedido de captura o con documentación adulterada, muchos de ellos vinculados a hechos violentos.

“Los delincuentes no respetan límites geográficos: lo que empieza en la Ciudad suele terminar en la Provincia, y por eso necesitamos cada vez más coordinación”, reconoció un oficial que participó en la persecución y que remarcó la necesidad de reforzar la cooperación entre fuerzas.

Lo cierto es que la captura de estos dos sospechosos abre interrogantes sobre la red delictiva a la que podrían pertenecer. Las tarjetas, los celulares y las llaves de otros autos son pistas que los investigadores analizan minuciosamente. La hipótesis más fuerte es que se trata de una organización dedicada al robo de vehículos de alta gama y al uso de documentación adulterada para encubrir su accionar.

Al final de la noche, la escena era clara: dos hombres reducidos, un auto robado neutralizado, armas listas para disparar y un operativo que se resolvió sin heridos, pese a los riesgos que conllevó la persecución.

Para los vecinos de Nueva Pompeya y Valentín Alsina, la noticia llegó como un alivio, aunque la sensación de inseguridad sigue presente.

Como periodista que sigue de cerca estos episodios, me resulta imposible no reflexionar sobre la delgada línea que separa un operativo exitoso de una tragedia.

En este caso, la rapidez policial y la ayuda de la tecnología marcaron la diferencia, pero cada persecución en calles urbanas expone a transeúntes y automovilistas a un riesgo enorme.

El desafío de las fuerzas de seguridad es no solo detener a los delincuentes, sino hacerlo con el menor nivel de peligro para la población civil.

En definitiva, lo que ocurrió entre Nueva Pompeya y Valentín Alsina no fue solo un episodio policial más: fue la muestra de cómo la delincuencia se mueve con recursos, planificación y armamento de alto calibre, y de cómo la tecnología, sumada a la decisión de actuar, puede inclinar la balanza.

El operativo cerró con dos delincuentes detenidos y una banda posiblemente desbaratada, pero la historia continúa en los tribunales y en la investigación posterior. Mientras tanto, la Ciudad y el Conurbano siguen siendo escenario de una pulseada diaria entre delito y seguridad.

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