Policía porteña evita nuevo hecho de inseguridad en la autopista
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La tensión se palpó en la avenida General Paz, donde dos adolescentes de 17 y 15 años fueron detenidos por la Policía de la Ciudad tras una breve persecución.
Circulaban sin casco a bordo de una moto con signos evidentes de haber sido violentada y uno de ellos llevaba un cuchillo escondido entre sus ropas. La maniobra de los efectivos evitó lo que podría haber terminado en un hecho de inseguridad mayor.
“Fue una intervención rápida, precisa y sin margen para el error. Detectamos que algo no estaba bien y actuamos de inmediato”, me dijo un integrante del personal de Despliegue Intervenciones Rápidas (DIR), que patrullaba la zona y fue clave para el operativo.
La secuencia, que comenzó como un control de rutina, se convirtió en un procedimiento con final en el Instituto Inchausti.
Todo ocurrió cuando los efectivos de la DIR detectaron a dos jóvenes circulando sin casco por General Paz, a la altura de Eva Perón, en el barrio de Villa Lugano.
La actitud sospechosa de los ocupantes, sumada al estado de la moto, motivó un seguimiento controlado. Finalmente, la detención se produjo en Villa Riachuelo, sobre la calle Barros Pazos.
El rodado, una Honda CG125, no tenía llave de contacto y presentaba los cables del arranque cortados, una señal clara de que había sido forzado.
El conductor, de 17 años, no portaba documentos propios ni del vehículo. Su acompañante, de apenas 15 años, escondía entre su ropa un cuchillo de cocina, un elemento que, según fuentes policiales, suele utilizarse tanto para intimidar a potenciales víctimas como para resistirse a la autoridad.
Consultado por la situación, un oficial con experiencia en operativos similares me comentó: “Cada vez vemos más chicos involucrados en hechos de este tipo.
No siempre es por necesidad, muchas veces hay un entramado detrás, con adultos que les proveen los medios y se aprovechan de su edad para minimizar las consecuencias judiciales”.
El caso quedó en manos del Juzgado de Menores N°2, a cargo de la Dra. Viviana Cherra, quien ordenó el traslado de los adolescentes al Instituto Inchausti y el secuestro inmediato del vehículo.
La investigación buscará determinar si la moto tenía pedido de captura por robo y si los menores están vinculados a otros hechos delictivos en la zona.
Este procedimiento no es un hecho aislado. Según datos del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño, en lo que va del año se registró un incremento en los delitos cometidos por menores a bordo de motos, conocidos en la jerga como “motochorros”.
Aunque la estadística oficial habla de un descenso general del delito en la Ciudad, la franja etaria de 14 a 18 años muestra un comportamiento preocupante: mayor participación en robos y uso de armas blancas.
Como periodista, he cubierto decenas de operativos similares y siempre me queda la misma pregunta flotando: ¿qué lleva a chicos que deberían estar en la escuela o con amigos a terminar en un patrullero?
Las respuestas suelen ser complejas, desde contextos de vulnerabilidad social hasta la atracción por una vida rápida y peligrosa que algunos venden como un camino fácil hacia el dinero.
El operativo de la DIR es también un reflejo del papel que cumplen las patrullas preventivas en la Ciudad.
No se trata solo de reaccionar ante un delito en curso, sino de detectar indicios antes de que ocurra. La presencia en zonas de alto tránsito, como la General Paz, busca justamente interceptar a quienes utilizan las vías rápidas para escapar o moverse con vehículos robados.
Hablando con vecinos de Villa Lugano y Villa Riachuelo, muchos coinciden en que la inseguridad vinculada a motos es un tema recurrente. “Uno sale de casa y lo primero que hace es mirar a los costados, porque no sabés si una moto se te va a cruzar para robarte”, me dijo una comerciante de la zona.
Este temor, que forma parte del día a día, explica por qué la noticia de la detención de estos dos menores circuló rápidamente entre los grupos de WhatsApp barriales.
A pesar de que el caso será tratado en el fuero de menores y las penas en estos casos suelen ser más leves, el procedimiento policial dejó en claro que, incluso en un escenario con adolescentes involucrados, la actuación rápida y coordinada es clave para prevenir consecuencias mayores.
En lo personal, creo que este tipo de operativos ponen en evidencia dos caras de una misma realidad: la eficiencia policial y la necesidad urgente de políticas sociales que prevengan que los chicos terminen en una moto robada con un cuchillo en el bolsillo. Porque cada detención es, en el fondo, una historia de oportunidades perdidas.
La moto quedó secuestrada, los adolescentes fueron puestos a disposición de la Justicia y el episodio se suma a la lista de intervenciones que la Policía de la Ciudad realiza casi a diario.
Pero más allá de las cifras, cada uno de estos casos debería ser una señal de alerta sobre lo que está pasando en nuestras calles y, sobre todo, en nuestras juventudes.