Noticias Vecinales

Portal de Noticias de la Ciudad

Homenaje en pantalla grande a una leyenda viva del espectáculo argentino

5 minutos de lectura

La diva más emblemática de la cultura popular nacional será celebrada por el Ministerio de Cultura porteño a través del ciclo “Mirtha Legrand en el cine”, con proyecciones que recorrerán sus momentos más memorables en la pantalla grande. La programación se llevará adelante en el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken y en el Malba.

“Esta es una oportunidad única para reencontrarse con una actriz fundamental del cine argentino, una figura que trascendió generaciones y géneros”, señalaron desde la organización del ciclo que pone en valor el legado de Mirtha Legrand.

Mirtha Legrand es mucho más que una conductora de televisión: es un ícono del cine nacional, una figura cuyo rostro está impreso en la historia del espectáculo argentino desde hace más de ocho décadas.

Por eso, el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires ha decidido rendirle homenaje con el ciclo “Mirtha Legrand en el cine”, una serie de funciones que repasarán ocho títulos fundamentales de su filmografía.

Organizado por el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken junto al Malba Cine, este ciclo se desarrollará todos los sábados y domingos de julio —además de una función especial el viernes 25 durante las vacaciones de invierno— en la sede del museo (Caffarena 51, La Boca).

Las películas que integran esta retrospectiva no sólo dan cuenta del talento interpretativo de Mirtha, sino también de una época dorada del cine argentino.

Desde el clásico “Los martes, orquídeas” que la catapultó a la fama en 1941, hasta obras de enorme profundidad dramática como “La patota”, dirigida por su esposo Daniel Tinayre, cada título proyectado servirá para revisitar distintas facetas de la artista: la comediante, la heroína romántica, la mujer vulnerable y la figura fuerte. La selección incluye proyecciones en fílmico, en 16 mm, un formato que refuerza el espíritu nostálgico y patrimonial de esta celebración.

Rosa María Martínez Suárez, más conocida como Mirtha Legrand, nació en 1927 en Villa Cañás, provincia de Santa Fe. Junto a su hermana gemela Silvia, inició su carrera a los 14 años de la mano del director Luis César Amadori, participando como extra en películas de Niní Marshall.

Su primer gran protagónico llegaría al año siguiente con Los martes, orquídeas, donde su frescura y talento la convirtieron en una revelación.

A lo largo de su carrera, Mirtha fue dirigida por los nombres más destacados de la industria nacional: Fernando Ayala, Daniel Tinayre, Carlos Schlieper, Lucas Demare, Mario Soffici y Luis Saslavsky, entre muchos otros.

Además de los premios que recibió durante su época de esplendor, en años recientes fue reconocida por su trayectoria con un Cóndor de Plata honorífico en 1997 y la Cámara Pathé del Museo del Cine.

Este año, en un gesto simbólico que corona su legado, la Universidad de Buenos Aires le otorgó el título de doctora Honoris Causa. No es para menos: su influencia sobre la cultura popular argentina es difícil de igualar.

El ciclo comenzará el domingo 6 de julio con Con gusto a rabia (1965), un filme poco conocido pero intenso, con Mirtha en un rol audaz, enfrentando el dilema moral de una mujer de clase alta que se involucra con un joven extremista.

Dirigida por Fernando Ayala y co-protagonizada por Alfredo Alcón, la película toma como inspiración un hecho verídico: el violento asalto al Policlínico Bancario en los años sesenta.

Le seguirán películas tan diversas como la coral La cigarra no es un bicho (1963), comedia dramática de encierro en tiempos de cuarentena por peste bubónica —tan vigente hoy en su temática—, o el clásico de los años cuarenta La pequeña señora de Pérez, donde Mirtha interpreta a una joven que esconde su vida matrimonial para poder terminar sus estudios.

La patota (1960) merece una mención especial. Es, probablemente, la actuación más intensa y comprometida de Legrand, en la piel de una maestra violada por sus alumnos.

El filme, dirigido por Tinayre, fue presentado en el Festival de Berlín y es considerado una obra de ruptura, por su crudeza y su enfoque social. Allí Mirtha deja de ser la chica refinada del cine de estudios para abrazar el drama realista y desafiante.

Comedias como Cinco besos (1946) y La vendedora de fantasías (1953) permiten reencontrarse con la Mirtha más luminosa, esa joven ágil, simpática y con un carisma arrollador que brillaba en las revistas, los musicales y las comedias de enredos.

Incluso Hay que educar a Niní, donde comparte cartel con la legendaria Niní Marshall, será parte de esta cita cinematográfica. Como dato curioso: allí, por primera vez, aparecen juntas en pantalla Mirtha y su hermana Silvia.

Cada una de estas películas no sólo cuenta una historia: retrata costumbres, modos de vestir, lenguajes, ideologías y roles de género de la sociedad argentina de entonces.

Mirtha Legrand supo, con habilidad y sensibilidad, adaptarse a esos contextos, reflejando tanto el ideal femenino del cine clásico como el quiebre de ese modelo en tiempos de cambio. Esa versatilidad —más allá del glamour— es lo que vuelve valioso este repaso por su obra.

En este sentido, visitar el ciclo no es sólo un acto de homenaje, sino también una forma de entender cómo el cine argentino formó identidades, narró sus transformaciones y, a través de figuras como Mirtha, construyó mitologías que aún perduran.

Para quienes crecimos viéndola, ya sea en blanco y negro o en color, en cine o en televisión, Mirtha Legrand forma parte de la memoria colectiva nacional.

Su sola presencia en la pantalla convoca emociones, recuerdos y diálogos entre generaciones. Reunir su obra en pantalla grande es también un ejercicio de justicia cultural.

Puede que te hayas perdido

Copyright © Noticias Vecinales - Todos los derechos reservados. | Newsphere por AF themes.