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Los Piojos volvieron con todo al Parque de la Ciudad

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Con el alma del barrio en la garganta y el corazón puesto en cada estrofa, Los Piojos volvieron a encender el fuego del rock nacional con dos shows históricos en el Parque de la Ciudad.

Un reencuentro largamente esperado que no solo hizo vibrar a sus fans, sino que revalidó su lugar como leyenda viva de la música argentina.

“Esto es mucho más que un recital, es una ceremonia, un reencuentro con nuestra historia”, lanzó Andrés Ciro Martínez desde el escenario, provocando una ovación ensordecedora. Y lo que siguió fue precisamente eso: una misa pagana donde cada acorde era un recuerdo colectivo.

La noche del 24 y 25 de mayo quedará grabada a fuego en la memoria de los más de 70 mil asistentes que colmaron el Parque de la Ciudad en el sur porteño.

Los Piojos, banda ícono del rock argentino de los 90 y principios del 2000, volvió a escena tras más de una década de separación, y lo hizo con una puesta en escena majestuosa, una entrega descomunal y un repertorio que recorrió toda su carrera.

Desde los primeros acordes de Cruel hasta el cierre apoteósico con Muévelo, el show fue una sucesión de himnos coreados por una multitud multigeneracional: padres con hijos, amigos de siempre, viejos piojosos que volvieron a calzarse la remera y jóvenes que los escuchan por sus padres pero que los sienten propios. Hubo pogo, lágrimas, abrazos y sobre todo, una emoción que se respiraba en el aire.

Con una banda en plena forma, el sonido crudo y cálido a la vez transportó a los presentes al corazón mismo del barrio.

La comunión fue total: el público acompañó cada tema con pasión, los músicos respondieron con gratitud y energía, y entre todos tejieron una noche mágica.

Clásicos como Tan Solo, El Farolito, Maradó, Verano del 92, Bicho de Ciudad y Todo Pasa se mezclaron con perlas menos radiales pero igual de celebradas como Chactuchac o Reggae Rojo y Negro.

Lo que está haciendo la banda no es solamente una gira: es una celebración del rock argentino. La gira Ritual Piojoso arrancó en diciembre de 2024 con siete funciones agotadas en el Estadio Único de La Plata —más de 300 mil personas en total— y continuó con presentaciones en los principales festivales del país como Cosquín Rock y Quilmes Rock, además de llevar su potencia a Rosario, Mendoza y Córdoba.

Lo que sorprende no es solo la convocatoria, sino la vigencia. A pesar de haber estado separados desde 2009, la música de Los Piojos sigue tan presente como siempre.

En plataformas digitales, sus canciones superan las decenas de millones de reproducciones, y su influencia es palpable en nuevas bandas que recogen su legado mestizo de rock, candombe, murga y tango.

El contexto tampoco es menor: en un país atravesado por crisis económicas y tensiones sociales, el regreso de Los Piojos funciona como un bálsamo emocional, una oportunidad para volver a creer en algo que nos pertenece a todos. Es música del pueblo, hecha con el alma, y que sigue resistiendo al olvido.

En los shows del Parque de la Ciudad, no faltaron los homenajes: a Diego Maradona, a los barrios del sur, a los caídos del rock, y a las bandas amigas.

También hubo guiños a la actualidad, con mensajes de unidad, de lucha y de esperanza. El escenario fue una fiesta de luces y visuales que acompañaron sin robar protagonismo, porque lo que realmente brilló fue la música y su gente.

Y como si todo esto fuera poco, la banda ya anunció dos fechas más en el Estadio de River Plate para junio, que prometen ser aún más multitudinarias. Las entradas, claro, volaron en minutos.

Como periodista y como fan, estuve ahí. Vi a padres llorar abrazados a sus hijos mientras sonaba El Farolito, sentí el suelo temblar con cada pogo y entendí, una vez más, por qué Los Piojos no son solo una banda: son parte de la banda sonora emocional de nuestras vidas.

El Ritual Piojoso no es nostalgia; es resistencia, es identidad, es rock del que nos salva y nos une. Y todavía hay más por venir.

El regreso de Los Piojos no fue improvisado. Fue un operativo cuidadosamente planificado que llevó más de un año de trabajo entre los exintegrantes y su entorno más íntimo.

La decisión de volver no solo respondió al fervor de los fans, sino también a una necesidad artística compartida por los músicos. Andrés Ciro —que desde 2010 lidera su banda solista, Ciro y Los Persas— venía deslizando señales del reencuentro desde hacía tiempo, pero recién en 2023 comenzaron los ensayos secretos en una quinta del conurbano bonaerense.

En esos encuentros volvió a emerger la química inconfundible entre Ciro, Tavo Kupinski (guitarra), Micky Rodríguez (bajo), Daniel Buira (batería) y el resto de los músicos que conformaron la última formación activa. Aunque durante muchos años circularon rumores de tensiones internas, el paso del tiempo limó asperezas. En palabras del propio Ciro: “La música está por encima de todo. Era ahora o nunca”.

La producción técnica del show fue otro de los puntos altos. Con más de 120 personas trabajando en la puesta, los conciertos del Parque de la Ciudad contaron con una escenografía que integró elementos icónicos de su imaginario visual: faroles, banderas de clubes de barrio, muñecos de carnaval y proyecciones en pantalla gigante con imágenes de archivo.

Todo esto acompañado por una calidad de sonido impecable que permitía escuchar cada matiz desde cualquier punto del predio.

El Ritual Piojoso no solo fue un reencuentro con la música, sino también con un modo de vivirla. A diferencia de los shows convencionales, la experiencia fue colectiva.

Las familias llegaron desde temprano, con reposeras, camisetas históricas de la banda y banderas hechas a mano. Hubo puestos de comida popular, ferias de discos, merchandising autogestionado y hasta un espacio cultural con charlas sobre el legado del rock barrial.

Otro elemento que no pasó desapercibido fue la presencia de bandas soporte del nuevo under argentino. Nombres como La Chancha Muda y Guasones acompañaron la fecha del sábado, mientras que La Mississippi se encargó de calentar el ambiente el domingo. Fue una clara decisión de Los Piojos de darle lugar a las nuevas generaciones que siguen apostando por el rock nacional.

Más allá de lo estrictamente musical, la vuelta de Los Piojos ocurre en un momento social y político delicado.

En un país marcado por la inflación, el ajuste económico y un creciente clima de polarización, la reaparición de una banda que siempre cantó desde el barrio y para el barrio tiene una carga simbólica muy potente.

No es casual que la banda eligiera el Parque de la Ciudad, en Villa Soldati, una zona históricamente relegada en el mapa cultural porteño.

Además, la banda dejó entrever que el regreso no se limitará a esta gira. Aunque todavía no hay confirmaciones oficiales, ya se habla de la posibilidad de un nuevo disco de estudio.

En las pruebas de sonido se escucharon fragmentos de canciones inéditas que podrían formar parte de un eventual material nuevo. Sería la primera vez que la banda lanza un álbum desde Civilización (2007).

Por último, el fenómeno piojoso también se vivió en redes sociales: más de 400 mil publicaciones usaron el hashtag #RitualPiojoso en Instagram y X (ex Twitter), y varios videos se viralizaron con millones de vistas en TikTok.

Influencers musicales y periodistas especializados coincidieron en que se trata del regreso más impactante del rock argentino en al menos una década.

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