Los salarios están muy por debajo del valor de un alquiler
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Un trabajador que cobra el salario mínimo no tiene posibilidades reales de alquilar formalmente en la Ciudad. Más allá de que su salario se destinaría exclusivamente al pago del alquiler, tampoco tendría capacidad de ahorro para pagar 4 o 5 alquileres juntos al inicio del contrato, ni podría demostrar ingresos que dupliquen o tripliquen el monto del alquiler.
A partir del mes de julio, el Salario Mínimo, Vital y Móvil es de $8.660 y llegará a $10.000 recién en julio de 2018, es decir, tendrá un aumento anual del 15%.
Mientras, un alquiler promedio en la Ciudad de Buenos Aires es de $8503 con aumentos semestrales de 15%, sin mencionar expensas, servicios ni impuestos.
La única opción que queda para los trabajadores del salario mínimo son las habitaciones derruidas de hoteles familiares, pensiones o conventillos, destinando el 50% o más de su salario en el alquiler.
Para el resto de los trabajadores de la Ciudad, que cobran en promedio $16.000 –según datos del Gobierno porteño- las opciones se amplían moderadamente.
Son los trabajadores que pueden acceder a un contrato de alquiler formal, siempre y cuando puedan cumplir algunos requisitos excluyentes: tener ahorrado entre $30.000 y $40.000 para los gastos iniciales, tener un familiar o amigo que sea dueño de una propiedad en la Ciudad y pedirle que sea garante de su contrato y poder presentar otro recibo de sueldo, el de su pareja o de algún familiar.
Una vez que el inquilino ingresó en el departamento tiene que pagar el 53% de su salario en el alquiler ($8503). Y aunque su salario aumenta una vez por año, supongamos un 20%, el alquiler aumenta 15% semestral.
1° semestre: Sueldo $16.000 Alquiler $8.503 Destina el 53% de su sueldo.
2° semestre: Sueldo $16.000 Alquiler $9.778 Destina el 61% de su sueldo.
3° semestre: Sueldo $19.200 Alquiler $11.244 Destina el 58% de su sueldo.
4° semestre: Sueldo $19.200 Alquiler $12.930 Destina el 67% de su sueldo.
A esto debe sumarse el valor de las expensas, los impuestos (ABL) y los servicios (agua, luz y gas), que aumentaron descontroladamente en el último tiempo y ya representan otro 15 o 20% del sueldo del inquilino.
Esta situación angustiante para las familias inquilinas se da en medio de la impunidad de un mercado inmobiliario especulativo, que solo busca maximizar sus ganancias elevando el valor de las propiedades y en consecuencia, de los alquileres y construyendo edificios en toda la Ciudad.
Desde Inquilinos Agrupados tenemos dos propuestas indispensables para empezar a revertir este abuso constante hacia el inquilino.
En el plano nacional, tenemos un proyecto de ley con media sanción por unanimidad del Senado que actualmente se encuentra paralizado en la comisión de Legislación General de Diputados.
El proyecto crea un índice objetivo para actualizar el precio de los alquileres una vez por año, promediando la inflación (IPC) y la variación salarial (CVS) de los 12 meses anteriores y amplía el plazo mínimo de los contratos de dos a tres años.
Luego de seis meses de demora, el proyecto fue debatido en la Comisión que preside el diputado Lipovetzky, quien pretende introducirle modificaciones para que luego de la votación en Diputados, tenga que volver a Senadores.
Lo que implica, en año electoral, que el proyecto no se materialice.
En el plano local, presentamos un proyecto de ley para reducir la cantidad de dinero que destina el inquilino para firmar el contrato y como puntos destacados: exime al inquilino de pagar la comisión inmobiliaria (la paga el dueño), establece que los pedidos de informes y la certificación de firmas sean gratuitas, se crea un sistema de garantías estatales para empleados públicos y se crean oficinas comunales de atención y asesoramiento al inquilino.
Gervasio Muñoz, presidente de la Asociación Civil Inquilinos Agrupados, afirmó “la organización de los inquilinos es muy joven y en muy poco tiempo hicimos muchas cosas.
Pero todavía no alcanza. No alcanza porque seguimos siendo rehenes de las inmobiliarias y víctimas del si no te gusta andate.
Porque cada vez destinamos más salario sólo para pagar el alquiler y las expensas.
Porque seguimos en esta cuerda floja de no saber cuándo vamos a tener que mudarnos.
Porque seguimos explicando a la dirigencia política que necesitamos que se nos reconozca como un sector que necesita de forma urgente políticas públicas por parte del estado.
Porque el mercado inmobiliario nos saca todo lo que la desregulación y la falta de control les permite.
Pero hay algo que es irreversible, es la organización de los inquilinos en todo el país.
Ahora tenemos voz y profundas convicciones en que vamos a alquilar de forma justa.